"Pensar la ciudad", El Argentino (edición Rosario), 29-07-13.

Por Sebastián Artola (*) 
La recurrencia a echar culpas al gobierno nacional de todo lo que pasa en la ciudad no es ninguna novedad. El tema de las cloacas es otro capítulo más.
La caída del crédito del BID para su financiamiento dio una nueva excusa al oficialismo local para victimizarse frente a su propia incapacidad.
Pero no se dijo sobre la ordenanza del Programa Solidario e Integrador de Desagües Cloacales que se aprobó en el 2010 por unanimidad, donde el municipio se comprometió a destinar 40 millones por año para que en 10 años el 40 por ciento de rosarinos que carece de cloacas pueda tener resuelto este derecho básico, con recursos provenientes de tributos locales como nacionales provenientes del Fondo Sojero,
Pasaron tres años y sólo tenemos 1.293 conexiones de cloacas y quedan inconclusas o sin terminar casi 9.500 conexiones de cloacas ya licitadas y que debieran estar concluidas.
Una vez queda a la vista un Estado municipal más interesado en hacerle el juego a los grandes emprendimientos comerciales y a la especulación inmobiliaria, donde la única manera de conseguir recursos que conoce es a través del endeudamiento externo, sin una política pública que ponga al Banco Municipal y a los sectores con mayor capacidad contributiva de la ciudad a disposición de los problemas estructurales que atraviesan parte significativa de nuestros vecinos.

(*) Foro Rosario para Todos.


“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 22-07-13.

Por Sebastián Artola (*)
La espiral de violencia que atraviesa nuestra ciudad tiene como telón de fondo la ausencia del Estado municipal y provincial en los barrios más humildes de la ciudad, como la connivencia de la policía provincial con el delito. 
No son otras las razones que explican una tasa de homicidios que triplica la nacional, los más de cien muertos en lo que va del año 2013 y el crecimiento exponencial del narcotráfico en la ciudad, pese a la molestia de las autoridades provinciales y municipales.
En vez de ofenderse por la publicación de un informe de la Universidad Nacional de Rosario sobre la violenta realidad que atraviesa nuestra ciudad, más importante sería que encaren con decisión política la resolución de las causas que explican la misma.
En este sentido, un aporte concreto a la ciudad del gobierno nacional durante toda esta semana fue la presencia del Programa de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego, perteneciente al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, en el Club CAOVA y después en la Vecinal de Bº Azcuénaga, promoviendo el desarme de la sociedad, una cultura de la no violencia y la resolución de conflictos por la vía pacífica.
Más de 500 armas se entregaron entre el lunes y viernes en otro aporte del gobierno nacional para frenar la violencia que vivimos en nuestra ciudad. Queda ahora el desafío pendiente de un trabajo conjunto entre la ciudad, la provincia y la nación para enfrentar con coraje y políticas públicas las razones de la violencia en la ciudad y construir el sueño posible una sociedad con integración, paz, inclusión y solidaridad.


(*) Foro Rosario para Todos.

“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 15-07-13.

Por Sebastián Artola (*)
La estigmatización hacia los jóvenes es una constante en el discurso hegemónico de los medios de comunicación y de ciertas fuerzas políticas conservadoras.
El prejuicio y la discriminación en los comercios, fábricas, boliches, bares e instituciones, según el origen social, cultural y geográfico, es una marca diaria que funciona como un límite para la integración de los jóvenes de los barrios más humildes en la ciudad.
Un ejemplo es la idea de “normal” que plantea la consigna de campaña del oficialismo local y provincial para las elecciones. Bajo su afirmación se excluye lo diferente, lo distinto, estableciendo como contrafigura la noción de “anormal” para referirse a todo aquello que escapa de lo que se considera correcto en el plano político, cultural o social.
En el fondo lo que subyace a la idea de “normalidad” es un pensamiento con raíces en los formatos positivistas de disciplinamiento social y uniformidad cultural de fines del siglo XIX, muy a contramano de los desafíos de nuestros tiempos y la posibilidad transitar un horizonte de profundización democrática sobre la pluralidad y diversidad de las voces, con sus semejanzas y diferencias.
Frente a esta idea, la “La Patria es el otro” contiene lo plural, abrazando la diferencia como principio democrático. Esta consigna se ha constituido en una bandera para los pibes que en los últimos años se volcaron de manera masiva a la militancia y a la participación política, lo que nos permite ser más que optimistas respecto a las posibilidades ciertas de avanzar hacia una sociedad donde quepamos todos y todas, sin excluidos y silenciados.


(*) Foro Rosario para Todos.

“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 08-07-13.

Por Sebastián Artola (*)
La política cultural es uno de los debates pendientes en nuestra ciudad.
La cuestión no pasa por plantear si lo social va primero y lo cultural después. Ambas son dimensiones sustantivas y hacen a la posibilidad de construir una ciudadanía plena.
La resolución de las demandas de infraestructura básica o de servicios públicos dignos debe ir acompañada de espacios que promuevan la puesta de sentido y una conciencia colectiva que fortalezcan los vínculos de pertenencia y un horizonte de proyección común en la ciudad.
Planteado de este modo, dos son las discusiones: Por un lado, entender la política cultural como mero show, donde la ciudadanía es espectadora pasiva de producciones culturales que se presentan en determinados lugares de la ciudad. O la posibilidad de pensar la política cultural como el protagonismo activo de una comunidad en la creación de representaciones en tanto manifestación de lo que sienten o tienen para decir.
La segunda cuestión, es si las políticas públicas son para todos o sólo para unos pocos. La promoción y el acceso a la cultura es un derecho que hace a la condición ciudadana, como herramienta que permite responder a las necesidades. El elitismo presente en la idea de que no puede ser sujeto de cultura aquel que no tiene resueltas cuestiones sociales básicas debería, a esta altura, estar superado.
Una ciudad se construye con la palabra, las expresiones, las voces y cada una de las identidades de los barrios, si el desafío es avanzar hacia una Rosario inclusiva e integrada con el protagonismo de todos y todas.


(*) Foro Rosario para Todos.