Por Sebastián Artola (*)
Si en Rosario hubo planificación
lo fue a medida de la especulación inmobiliaria y los grandes emprendimientos
comerciales.
Vale recordar la sanción en el
año 2008 del nuevo código urbano sólo para la llamada Área Central y el 1º
Anillo Perimetral (Av. Pellegrini hasta Bv. 27 de Febrero, Bv. Oroño hasta
Calle Vera Mujica).
El resto de la ciudad siguió regulada
por la normativa urbana de 1967, hasta que el año pasado la protesta de vecinos
de los barrios Arroyito, Echesortu y Alberdi por la construcción
indiscriminada, el colapso de los servicios, la pérdida de espacios verdes y la
alteración de la fisonomía arquitectónica histórica, obligó al ejecutivo a
girar una propuesta de regulación para el 2º Anillo Perimetral y los Cordones
Perimetrales, no sin la anuencia de las grandes inmobiliarias.
Más cerca en el tiempo, las
irregularidades en las concesiones de bares y restaurantes de la costa de la
ciudad, con habilitaciones vencidas, deudas impositivas por doquier y cánones
irrisorios por el tamaño de los establecimientos, son ejemplos de lo mismo.
Un Estado local que cuida los
bolsillos de unos muy pocos y hace negocios con el espacio público, mientras el
resto de los ciudadanos sufren día a día el deterioro de su calidad de vida por
la falta de regulación sobre la inversión privada y la ausencia de una
planificación que mire a la ciudad en su conjunto.
(*) Foro Rosario para Todos.