"Políticas de vivienda", Rosario/12, 03-02-11

Por Sebastián Artola.         


Pre candidato a Concejal. Frente para la Victoria.


La política de vivienda hacia los sectores populares que lleva adelante la gestión municipal es uno de los temas que define de mejor manera el actual proyecto de ciudad.
Según los propios cálculos oficiales, serían unas 50 mil familias las que padecen la falta de vivienda.
Frente a esta realidad, y en todos estos años, el ejecutivo municipal anunció hacia fines del pasado año un plan habitacional que dormía desde el 2008 donde se plantea la construcción de 22 viviendas para sectores medios que perciban un ingreso mínimo de 3500 pesos. Los anotados para acceder a las mismas ya son más de mil.
Para los sectores más humildes, según declaraciones de Susana Nader del Servicio Público de la Vivienda, se construyeron “2500 núcleos habitacionales” durante el 2010 de los cuales poca precisión hay respecto a los efectivamente entregados.
Esta desproporción entre la demanda social y el tipo de respuesta que ha dado el municipio es la expresión de un modelo de ciudad sujeto a los intereses de poderosos inversores privados vinculados al mercado inmobiliario, a la construcción y al comercio, que va en detrimento del derecho constitucional que tiene todo ciudadano a una vivienda digna.
Esta razón explica que el crecimiento económico de la ciudad en estos años esté atravesado por un fuerte contraste entre el boom de la construcción y el aumento permanente del déficit habitacional.
Un Estado activo y promotor del interés colectivo y una distribución justa de la tierra, que regule el acceso al suelo y su uso, no sumiso a la especulación de los negocios privados, con una política pública masiva de construcción de viviendas en articulación con las organizaciones del territorio, es el camino a emprender si de dar una respuesta real a los sectores sociales más postergados de nuestra ciudad se trata.

"Estigmatización y seguridad", Rosario/12, 08-02-11.

Por Sebastián Artola.         

La estigmatización hacia los jóvenes que realiza el discurso hegemónico de los medios de comunicación es una constante.
Desde la ecuación más repetida que concibe a los pibes de los barrios más humildes como “chorros” y “drogadictos”, hasta la calificación de “violentos” e “intolerantes” realizada sobre los jóvenes militantes que protagonizaron la multitudinaria despedida a Néstor Kirchner.
Tal es el rol jugado por la agenda que construyen los medios, que la Argentina siendo uno de los países con más baja tasa de homicidios de América, se encuentra segunda en relación a la “percepción de inseguridad” que tiene la ciudadanía, según estadísticas que se conocieron en estos días.
Ahora bien, que el tema tenga como trasfondo una clara intencionalidad política no invalida su relevancia.
La institucionalización y el encierro como respuesta, a contramano de lo que supone cierto sentido común instalado, potencia, en vez de disminuir, la espiral de reincidencia y desafección.
Y la baja de la edad de imputabilidad a 14 años tiene su antecedente más inmediato en 1976, en plena dictadura cívico militar, lo que debería ser, por si sólo, argumento suficiente para descartarla como posibilidad.
Políticas públicas que promuevan la inclusión social, un primer empleo joven, la permanencia en el sistema educativo, la capacitación, la recreación y la producción cultural, son las cosas que habilitan a todo joven a poder construir un proyecto de vida como horizonte, permitiendo reponer el sentido de pertenencia a una comunidad.
La Ley 26.061 de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescente y la Asignación Universal por Hijo son dos iniciativas que marchan en este sentido.
Profundizar la redistribución de la riqueza, democratizar la palabra y una nueva mirada ciudadana integral sobre la seguridad, son condiciones para un reconocimiento de los menores como sujeto pleno de derecho.


http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-27327-2011-02-08.html

"Sobre la boleta única", febrero de 2011.

Por Sebastián Artola.         


El debate entorno a la boleta única no pasa por la expresión vacía de “lo nuevo frente a lo viejo” que usó el diputado provincial de la Coalición Cívica Pablo Javkin. Lo que está en discusión es si la misma promueve una participación ciudadana más plena, un ejercicio de la voluntad popular más directo y un vínculo representativo más legítimo, o no. Y la realidad parece demostrar que un sistema que fue aprobado de golpe y porrazo en las últimas semanas del pasado año, con fuerte olor a especulación electoral y con una boleta a cargos legislativos de los cuales sólo se van a conocer los dos o tres primeros nombres del total de sus integrantes, poco aporta a una mayor pertenencia de la ciudadanía al proceso electoral y mucho a la confusión, diluyendo la dimensión colectiva de los proyectos políticos que están debate para acentuar la individualización de la política tal como fuera promovida en los años de hegemonía neoliberal.