“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 28-12-13.

Por Sebastián Artola (*).
El nuevo aumento del boleto del transporte urbano el pasado jueves en una escandalosa sesión en el Concejo municipal nos deja dos conclusiones.
La primera, ya la planteamos en otras oportunidades. El gobierno municipal gestiona un servicio que es público como si fuese una empresa privada. De otro modo no se explica que ante cada aumento de costo del boleto la variable de ajuste sea siempre la misma: el usuario.
Pensar al transporte como un servicio público y, en consecuencia, como un derecho, significa asumirlo como un bien que debe ser sostenido por el conjunto de la sociedad, y principalmente por los sectores con mayor capacidad contributiva de la ciudad.
Lo contrario - es decir, concebirlo como una mercancía que paga el que puede - lleva a definirlo como una relación entre partes (prestatario y usuario) y, en consecuencia, a trasladar siempre el ajuste sobre éste último.
En más de veinte años de gestión, el “socialismo” siguió atado a un concepto empresarial sobre el transporte, y esto explica tanto su fracaso en su política de servicios públicos como la promesa incumplida desde Binner a Mónica Fein sobre la creación de un nuevo sistema de transporte para la ciudad.
La segunda conclusión tiene que ver con el acuerdo político que se dio en el Concejo municipal para el aumento del boleto. Que sólo el PRO haya votado en contra habla a las claras de la ausencia de una representación de los laburantes y los que menos tienen en la política local. No merece mucha explicación entender que la posición del PRO obedece más a un cálculo de posicionamiento con miras al 2015, que a una sensibilidad con el bolsillo de los usuarios del transporte.
Pero el problema no está ahí sino en quienes dicen representar a los vecinos de los barrios más humildes y votan en su contra, en nombre de una “gobernabilidad” y “responsabilidad”, en su sentido más complaciente y timorato, que – sabemos - siempre termina beneficiando el status quo y los intereses de unos pocos en perjuicio de las mayorías sociales y la política como acto de transformación.
Durante las últimas semanas la empresa Rosario Bus extorsionó al municipio con amenazas de despedidos sino aumentaba el boleto. La propia intendenta había dicho hasta hace poco que no estaba previsto un nuevo aumento y muchos de los que votaron a favor en campaña sostuvieron que harían lo contrario.
Un municipio y una dirigencia política local con decisión y coraje para hacer política en beneficio del interés colectivo y las mayorías deberían haber planteado la rescisión de la licitación de las líneas que tiene Rosario Bus y su municipalización.
Sin embargo, agacharon la cabeza ante los aprietes. Queda más que nunca abierta la necesidad y el desafío de una representación política en nuestra ciudad nacida desde abajo, el compromiso diario con nuestros vecinos, y con el coraje de hacer política en beneficio del conjunto y no de los negocios de unos pocos.


(*) Foro Rosario para Todos.

"Pensar la ciudad", El Argentino (edición Rosario), 30-12-13.

Por Sebastián Artola (*)
En medio de la ola de calor, los cortes de luz y agua, y como “regalito” de navidad, el concejo municipal aprobó el pasado lunes 23 un nuevo aumento de la TGI.
Como en la suba del boleto del transporte urbano, en nombre de una “gobernabilidad” y una “responsabilidad” que golpea a los mismos de siempre, hubo un acuerdo en el concejo para aumentar un 19,5 promedio la Tasa General de Inmuebles.
Es lamentable - y difícil de explicar - la posición de bloques que, en vez de estar defendiendo los bolsillos de los trabajadores y los más humildes, son funcionales a la lógica de ajuste permanente del ejecutivo municipal sobre los que menos tienen.
La historia es repetida: aumenta el boleto, aumenta la TGI, pero los servicios nunca mejoran, más allá de los esfuerzos publicitarios para mostrar lo contrario.
Más difícil aún es tratar de disfrazar de progresista o equidad tributaria el nuevo aumento.
De los seis radios en que se divide la ciudad, sólo el radio número 4 (integrado por el FONAVI de Rouillón y Bv. Segui, Bº Toba, Mangrullo y La Cerámica) no vieron aumento alguno.
Los restantes donde viven todos los sectores medios y el grueso de los sectores más humildes de nuestra ciudad – es decir, los radios 1, 2 y 3 - sufrieron un aumento promedio del 16,3%.
Queda claro, una vez más, el miedo de tocar a los sectores con mayor capacidad contributiva de la ciudad, en beneficio del interés colectivo y, sobre todo, de los que menos tienen.
Como también, queda claro, el desafío de construir una opción política alternativa y superadora que reponga una mirada de conjunto sobre la ciudad, defienda a los que menos tienen y abra la posibilidad de un desarrollo urbano más armónico y equilibrado en nuestra querida Rosario.

(*) Foro Rosario para Todos, 

“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 09-12-13.

Por Sebastián Artola.
El sábado se hizo la reapertura de la Biblioteca Popular Vigil, símbolo de lucha y resistencia. Pero también de la desmemoria, la indiferencia  y el vaciamiento que marcó a nuestro país por décadas.
La Vigil fue una de las experiencias culturales y pedagógicas más importantes de Latinoamérica. Con 21 mil socios, llegó a tener 600 empleados, 25 bibliotecarios, con un préstamo promedio diario de mil libros, 2500 alumnos en los niveles primario y secundario, con doble escolaridad, una caja de ayuda mutual, una guardería, un Centro Materno Infantil, un Observatorio Astronómico y una Universidad Popular que formaban la escuela de Música, de Teatro, de Artes, y de Capacitación.
En 1977 fue intervenida y saqueada por la última dictadura cívico-militar, y 23 socios fueron desaparecidos. En 1981 la intervención entrega los inmuebles al gobierno provincial. El por entonces ministro de Educación y Cultura de la dictadura, Eduardo Sutter Schneider (docente en la carrera de Ciencia Política de la UNR hasta el 2002), sostuvo: “el proyecto de la Vigil, había sido confundida con ideas opuestas a nuestro ser nacional”.
Con el retorno a la democracia, vecinos, empleados y socios impulsaron la “Comisión de Recuperación”. Pero el destino de la Vigil no sería la excepción al manto de olvido e impunidad que modelaba una Argentina para muy pocos, mientras la gran mayoría naufragaba en la exclusión social, económica y cultural.
Tras 35 años de lucha, en el 2012, fue posible la aprobación de una ley en la legislatura provincial que estableció la restitución de los bienes a la Biblioteca. Y el pasado miércoles se hizo el traspaso oficial de los bienes.
Son incontables las anécdotas de resistencia que hoy hacen posible esta reapertura: la mesa de la comisión directiva que un vecino guardó en su casa durante años para salvarla del destrozo militar y devuelve ahora; los libros que se escondieron y zafaron de la quema; el disco de pasta “Música Popular Argentina” editado por La Vigil y atesorado durante años en una casa, etc.
Hoy La Vigil reabre sus puertas al Barrio Tablada y a toda la ciudad de Rosario. Un acto de reparación, una nueva conquista de este tiempo signado por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Y, fundamentalmente, un ejemplo a recuperar para una política cultural pensada como el protagonismo activo de una comunidad, con sus barrios, voces, palabras e identidades, en la construcción de una ciudad más inclusiva e integrada.

(*) Foro Rosario para Todos.

"Pensar la ciudad", El Argentino (edición Rosario), 02-12-13.

Por Sebastián Artola (*).
La semana pasada la Guardia Urbana Municipal (GUM) por orden el gobierno municipal intentó desalojar a los artesanos de la Plaza Pringles.
La resistencia de ellos, más el acompañamiento de los vecinos y comerciantes de la zona, impidieron que se lleve a cabo semejante atropello.
Son alrededor de 40 artesanos que trabajan ahí de lunes a sábado, en algunos casos hace más de veinte años.
Parece increíble que un gobierno que se jacta de promover el turismo, el comercio y quiere hacer de Rosario una “capital cultural”, niegue a artesanos de la ciudad la posibilidad de un espacio público donde puedan mostrar y tener a la venta sus producciones.
Las ferias de artesanos han demostrado ser una fuente generadora de trabajo como también parte del patrimonio histórico y cultural de nuestra ciudad.
En Rosario son muchísimas las familias que viven de sus artesanías y no tienen el acceso a una feria. O quienes tienen un stand, no cuentan con el acompañamiento del Estado en cuestiones de infraestructura básica como pueden ser baños públicos, servicio de luz o un lugar común donde guardar las cosas. 
Ni que hablar de las ferias populares de los barrios, gracias a las cuales subsisten familias enteras, bajo formas de comercio social, en algunos casos trueque, y no cuentan con ningún tipo de reconocimiento por parte del Estado, sino todo lo contrario. Diariamente sufren la intimidación y el prepoteo de la GUM.
Y hay que decirlo con todas las letras: es lamentable el accionar de la GUM, en lugar de velar por la seguridad y la vida de todos los rosarinos y rosarinas desde su rol de prevención, más aún en este momento de la ciudad, su papel parece estar dirigido contra los que se ganan la vida trabajando.
Estamos convencidos que las ferias artesanales, de manualidades y variadas expresiones del arte popular, como también las ferias de los barrios, cada una con su particularidad, hacen a una economía más integrada e inclusiva.  
Son formas de economías sociales y populares  que deberían tener el reconocimiento y el acompañamiento del Estado local en su regularización, ordenamiento en el espacio público y fortalecimiento.
Este, sin duda, es el camino para promover la inclusión laboral de todos nuestros vecinos, en función también de los saberes y vocaciones de cada uno. Pues de eso se trata, de construir una ciudad donde todas las capacidades, todas las expresiones, todas las identidades y las voces, puedan tener su lugar.

(*) Foro Rosario para Todos.