“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 25-08-14.

Por Sebastián Artola
Las declaraciones de Hermnes Binner días atrás, sobre su convicción en la “mano invisible del mercado” ayudan a sincerar algunas cuestiones.
Por supuesto que las mismas no son ingenuas y tienen que ver con la disputa por representar el voto más conservador de nuestra sociedad en su carrera presidencial. Pero también permiten entender el tipo de “socialismo” que hace más de veinte años viene gobernando nuestra ciudad y hace siete la provincia.
El liberalismo económico, por definición, supone una fe ciega en las virtudes del mercado, viendo en el Estado una presencia negativa que vendría a distorsionar las bondades del capital privado y su lógica de maximar ganancias a toda costa. A la larga, este libre juego de las fuerzas del mercado, debería tender a equilibrar las desigualdades sociales… No hace falta agregar muchas palabras, para decir que esto nunca pasa. Con vivir en Rosario y en la provincia de Santa Fe, basta y sobra.
La conjunción entre liberalismo económico y socialismo vaciaron a éste último de su sentido social e igualitarista en función de la primacía de las inversiones privadas y el gran capital, poniendo al Estado de rodillas frente a los intereses de la especulación inmobiliaria, los grandes emprendimientos comerciales y el complejo agroexportador, dejando como resultado, en Rosario, una ciudad fragmentada, atravesada por necesidades de todo tipo y en permanente deterioro de la calidad de vida de cada vez más vecinos de la ciudad.
Para muestra vale un dato que ya hemos planteado: mientras son ochenta mil los departamentos deshabitados en nuestra ciudad, según el CENSO del año 2010, un tercio de la población tiene negado el derecho a una vivienda digna.
Es decir, gracias a la mano invisible del mercado y la falta de regulación, el boom de la construcción que vivimos en estos años marchó en paralelo al agravamiento del déficit habitacional con más de cincuenta mil familias en esta situación.
No hace mucho, también, el gobernador Bonfatti le cedía 10 hectáreas fiscales a la Bolsa de Comercio, frente a la costa de la vecina ciudad de Granadero Baigorria, valuadas en millones de pesos, mientras muchísimas familias del PROCREAR no encuentran lugar donde construir por la especulación con el uso de la tierra.
Lo mismo con el destino que se le dio a la tierras del ex Batallón 121 y se le quiere dar al predio de 58 hectáreas en Puerto Norte que se recuperó gracias a la intervención de las fuerza nacionales de seguridad.
Poner en debate el modelo económico en nuestra ciudad y en la provincia es un tema pendiente y decisivo. Reafirmar el papel transformador del Estado y ponerlo al servicio de todos es la camino para dar una solución a las necesidades que hace años esperan una respuesta.


“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 11-08-14.

Por Sebastián Artola.
Los primeros días de agosto del año deben formar parte de la memoria colectiva de todos los rosarinos, por siempre. El día 6 se produjo la explosión en calle Salta 2141, con 22 vidas que ya no están entre nosotros, en la mayor tragedia de la historia de nuestra ciudad. Y cuatro días después, el 10 de agosto, Melani y Florencia, de tan sólo 14 y 12 años, perdieron sus vidas en el Parque de Diversiones al desprenderse una tasa del juego “La Vuelta al Mundo”.
Se dice que el tiempo cura las heridas. Y tal vez sea así cuando las pérdidas son producidas por causas naturales, inevitables para la acción humana. Pero cuando son causadas por la negligencia o peor, por la complicidad de un Estado con la regla de maximizar la ganancia de una empresa o firma privada, la cicatrización no es una cuestión de tiempo, sino de reparación y justicia.
Esta semana también tuvimos una maravillosa lección de cómo los pueblos, las sociedades y los “comunes” (no los privilegiados o poderosos, claro está) construimos justicia y sanamos, al menos parcialmente (porque las vidas perdidas no vuelvan más), nuestras heridas.
La aparición del nieto de Estela de Carlotto, después de 37 años de incansable y tenaz búsqueda, muestra que el dolor y la pérdida cuando se transforma en lucha y militancia abren un horizonte de esperanza.
Más temprano o tarde, el compromiso colectivo e inclaudicable, fundado en el amor y la vida, sin odio y búsqueda de venganza, hacen posible que en nuestro país haya un poquito más de justicia.

Este es el gran desafío para toda sociedad y, en especial, para nuestra ciudad. Construir una gran memoria colectiva y conciencia ciudadana que nos permita conquistar Verdad y Justicia para las víctimas de calle Salta y el Parque de Diversiones, pero también avanzar hacia un Estado que privilegie el bien común y la vida, por sobre los negocios y las tasas de ganancias de unos pocos, sabiendo que esa posibilidad se da a través de la política, entendida como herramienta colectiva que tenemos los pueblos para transformar y construir una realidad donde nunca más volvamos a vivir y sufrir tragedias como estas.

“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 05-08-14.

Por Sebastián Artola.
Tablada es uno de los barrios más populosos del sur, con una densidad de población sólo superada por el centro de nuestra ciudad.
Con un nombre nunca reconocido - de hecho, su nominación formal es barrio General San Martín - que debe a su origen marcado por el trabajo en los mataderos y la faena de animales, Tablada cobija momentos decisivos de la historia y la cultura popular de Rosario, ninguneados por una política oficial que piensa la ciudad desde la lógica publicitaria, como si fuese una marca que se oferta en el mercado, negando las identidades de los barrios y las historias de los sujetos que la habitan y hacen posible.
Mezcla entre “barrio bravo”, propio de los años treinta, y “barrio obrero” de los cuarenta, Tablada sería un bastión de la resistencia peronista.
Todavía sigue grabada a fuego en la memoria colectiva aquella frase pintada, con brea o alquitrán, en una pared de chapa: “Los yanquis, los rusos y las potencias reconocen a la Libertadora, Villa Manuelita no”. O la menos conocida historia del comisario Ricardo Díaz, a cargo de la seccional 16 del barrio, que el 9 de junio de 1956 se une al levantamiento de Valle y Tanco contra la dictadura.
Y, por supuesto, una de las experiencias culturales y pedagógicas más importantes de Latinoamérica, destruida por la última dictadura cívico-militar y hoy en recuperación, gracias a la incansable lucha de sus socios: la Biblioteca Popular Vigil.
En los últimos años la violencia y el narcotráfico imprimieron una nueva fisonomía a Tablada, siendo unos de los barrios con más alta tasa de homicidio de una ciudad que cuadriplica la media nacional.
El corrimiento del Estado municipal y provincial de los barrios más humildes, el vaciamiento de las políticas sociales, y un proyecto de ciudad para unos pocos en beneficio de la especulación inmobiliaria y las grandes inversiones comerciales, hizo de la violencia sin control su rostro más doloroso y trágico.
Frente a esta realidad, la presencia del Estado nacional, primero con las fuerzas de seguridad y ahora con el Operativo Interministerial que lleva dos semanas y finaliza el próximo 9 de agosto, permitió un respiro y empezar a dar respuestas a las muchas necesidades.
En estos días, el esfuerzo compartido, la alegría y la confianza recuperada, entre vecinos, trabajadores de los distintos ministerios de Nación y jóvenes militantes, hacen creer que es posible una ciudad solidaria e inclusiva. 
Con el Estado en los barrios y la organización comunitaria las necesidades se transforman en derechos. Y este, sin dudas, es el camino para construir una Rosario más justa, donde todos podamos realizar nuestros sueños y tener un proyecto de vida digno.