“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 25-02-14.

Por Sebastián Artola (*).
Se viene un nuevo aumento del transporte urbano. Entre el 2011 y el 2013, la tarifa pasó de 1,90 a 3,60, aumentando casi un 90%. Lo que hace de Rosario una de las ciudades con el boleto urbano más caro del país.
No pasaron dos meses del último aumento y el Ente de la Movilidad de Rosario (EMR) hizo llegar al Concejo un estudio – por demás de cuestionable y donde urge revisar la metodología usada para el cálculo - que pone en 5 pesos el costo del boleto. El municipio parece querer un nuevo ajuste sobre la tarifa y, como siempre, los que pagan el pato son los usuarios.
Hay que aclarar que el 50% del financiamiento proviene de los subsidios nacionales, mientras que la provincia no gira un solo peso para el transporte de nuestra ciudad y los aportes del municipio a través del Fondo Compensador del Transporte pasaron de cubrir el 6% en el año 2002 a sólo el 3% durante el pasado año.
Lo dijimos y volvemos a repetir: hace veinte años que el municipio gestiona un servicio público como si fuese una empresa privada, negando su carácter social y, en consecuencia, la posibilidad de ser pensado como un bien público que debe ser costeado por el conjunto de la sociedad y, en especial, por los sectores con mayor capacidad contributiva de la ciudad.
Por eso, la salida lejos está de ser volver a privatizar el servicio, como escuchamos decir a concejales del PRO. Esto no haría más que profundizar el deterioro del servicio, que de hecho (y pese a la existencia de una empresa estatal y otra mixta) se administra bajo una lógica empresarial, donde todo lo que pide la única empresa privada de la ciudad parece ser palabra santa.
Encima, nos enteramos por estos días que tanto Rosario Bus como Semtur y la Mixta, guardan los coches, reduciendo la frecuencia, aumentando las esperas de los usuarios y bajando las horas de trabajo de los chóferes.
Frente a esta especulación, al municipio no le debería temblar el pulso para defender el servicio, los puestos de trabajo y el bolsillo de los ciudadanos. El gran desafío que tenemos es avanzar hacia un nuevo sistema de transporte público y estatal, que reponga de manera plena su condición de servicio público, garantizando el acceso y el derecho de todos a la movilidad e integración en nuestra ciudad.
(*) Foro Rosario para Todos.


“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 18-02-14.

Por Sebastián Artola (*).
La especulación con los precios por parte de las grandes empresas y los supermercados, hizo de la economía el tema de discusión pública principal en estas últimas semanas. Y esta bueno que así sea.
Durante décadas se había instalado la idea de que la economía era cuestión de “expertos”, quedando en manos de unos pocos, que con un lenguaje técnico y casi indescifrable, tomaban decisiones que se presentaban como las únicas posibles, mientras la gran mayoría padecía sus consecuencias.
Eran los años neoliberales, donde la política acataba, como si fuesen verdades absolutas, todo lo que decían los grandes grupos económicos, los organismos financieros internacionales y sus economistas.
Desde el 2003 la historia empezó a ser de otra manera. La política volvió a ser el centro ordenador de la vida social, económica y cultural de todos los argentinos, recuperando la soberanía perdida y reponiendo su condición transformadora.
No es otra la puja que se juega por estos días: o la economía la dirigen los grupos de poder concentrados en función de su tasa de ganancias, o la dirige el Estado y la política en beneficio del conjunto de la sociedad.
Sobre esta tensión, es posible pensar muchos de los problemas irresueltos en nuestra ciudad.
El déficit habitacional creciente en los últimos años, con más de 60 mil familias sin su propia casa, mientras hay 80 mil viviendas deshabitadas, es el resultado de un Estado local que marchó detrás de los intereses de la especulación inmobiliaria, sin ningún tipo de regulación, perdiendo su capacidad de transformación e igualación de oportunidades.
Lo mismo para una planificación urbana hecha a medida del sector privado, permitiendo la construcción de edificios bajo ordenamientos urbanos sancionados hace cuarenta años, colapsando los servicios públicos, en perjuicio de la calidad de vida de los vecinos, mientras buena parte de la ciudad aún espera obras de infraestructura básicas (desde pavimento a cloacas) y de urbanización, para dar respuesta a los más de doscientos mil rosarinos que viven en 110 asentamientos irregulares.
Y ni que hablar del privilegio que gozan los grandes establecimientos comerciales, en perjuicio de los pequeños y medianos comercios, las ferias de artesanos, las ferias populares de los barrios, las huertas comunitarias o los mercados de productores. La falta de políticas de reconocimiento, fortalecimiento y promoción de estos sectores, en torno a las cuales viven miles de familias y significan un mercado con precios mucho más accesibles, habla a la claras de un proyecto de ciudad que tiene su interés puesto en la concentración del comercio en manos de los shopping y supermercados.
Un Estado que mire a la sociedad de conjunto y defienda el bienestar colectivo, por sobre los negocios de algunos pocos, es el desafío principal de nuestros tiempos, para la cual es imprescindible el compromiso activo de todos los que queremos seguir construyendo un país para todos y aspiramos a vivir en una Rosario más justa y armónica.

(*) Foro Rosario para Todos.


“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 10-02-14.

Por Sebastián Artola (*).
El anuncio del tren Rosario-Buenos Aires por parte del gobierno nacional es un aporte importantísimo para nuestra ciudad y el desarrollo de la región.
Son 33 formaciones, todas nuevas, con una renovación integral de los 526 kilómetros de vía que unen nuestra ciudad con la Capital Federal, en una inversión de casi 3.500 millones de pesos, que permitirá conectar ambas ciudades en 3 horas y media, desde los primeros meses del próximo año.
El tren es el sistema de transporte público más seguro, cómodo, con menos impacto ambiental y más económico, constituyendo, a la vez, una herramienta estratégica para el desarrollo integral de toda sociedad.
La reactivación del servicio permitirá disminuir la circulación de vehículos por la Autopista Buenos Aires - Rosario, con una potencial reducción de los accidentes viales de entre 5 y 7 por ciento.
Según estudios de la Unión Europea, la relación de muertes por accidentes entre automotores y ferrocarril es 44 a 1. En nuestro país, la Fundación Luchemos por la Vida relevó, durante el año 2013, 7896 muertes por accidentes de tránsito.
Después del desmantelamiento neoliberal en la década del ’90, en los últimos diez años viene habiendo una decisión política de recuperar los ferrocarriles de pasajeros y de carga, como parte de un proyecto de país que vuelve a poner la prioridad en la sustitución de importaciones, el valor agregado y la industrialización, pero también como una política que busca día a día brindar mejores servicios públicos, igualar oportunidades, integrar al país y dignificar la calidad de vida de nuestro pueblo.
De ahí la importancia de seguir profundizando la recuperación del ferrocarril y para esto es imprescindible el acompañamiento incondicional del gobierno provincial y local. Por una vez, está bueno ver que se dejan las chicanas políticas de lado, en función de sumar esfuerzos a un proyecto de país que, pese a los ataques especulativos de los dueños del mercado, sigue adelante, defendiendo el interés de todos los argentinos y el derecho a vivir en una patria para todos.

(*) Foro Rosario para Todos.


“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 03-02-14.

Por Sebastián Artola.
Si un problema no se reconoce es imposible solucionarlo. Las declaraciones del Ministro de Seguridad Raúl Lamberto diciendo que se garantizó la seguridad en “hechos importantes”, por no haberse producido ningún homicidio durante los saqueos, el conflicto policial y la realización del rally Dakar, resultan una tomada de pelo. Mientras decía esto, el primer mes del año terminaba con 32 homicidios, un 39% más que en enero del 2013.
Pero esto no fue todo. En la misma entrevista sostuvo como característica común de los homicidios, la condición de ser "crímenes interpersonales". Es decir, “disputas entre vecinos, familiares, personas que se conocen entre sí”, a modo de quitar la responsabilidad del Estado y la ineficacia de una política de seguridad pública, bajo el reiterado estigma, que afirma la idea de una cultura violenta en las zonas periféricas, que los llevaría a resolver sus peleas mediante el ejercicio de la violencia, haciendo casi imposible su prevención.
Y para rematarla, defendió que “la policía es más confiable hoy que en otros tiempos” y “bastante diferente a la que había tiempo atrás”. Cuando no hace falta mucha estadística para comprobar el desprestigio que hoy tiene la fuerza entra los vecinos de la ciudad y la provincia.
Ahora bien, como sostuvimos al principio. Si no hay un reconocimiento del problema, este tipo de desvaríos son casi inevitable. Cuando el primer paso no está dado, todo lo que se viene después no son más que palabras, puestas en escena o fotos para los medios, tratando de tapar el sol con las manos y justificar lo injustificable.
En nuestra ciudad, las causas de la violencia tienen como fondo el crecimiento exponencial del narcotráfico en los últimos años. Basta con ver cómo la curva en brutal ascenso de la tasa de homicidios marcha de la mano con la expansión y penetración del narcotráfico en el territorio de la ciudad.
Y la realidad del narcotráfico se inscribe sobre dos planos entrelazados. En primer lugar, un plano policial-judicial. Sin la connivencia con una policía que no tiene conducción política y la impunidad que garantiza el poder judicial, nunca hubiese sido posible semejante expansión del narcotráfico. La implicación estructural con la policía y el poder judicial, permitieron su formación, reproducción y ampliación. De otro modo, no habría forma de explicar cómo circulan y se blanquean los dos mil millones de pesos que mueve por año el narcotráfico en nuestra ciudad.
Por el otro, un plano social-cultural. El saldo de un Estado municipal que marchó, en todos estos años, detrás de la especulación inmobiliaria en detrimento del derecho de todos a vivir dignamente en la ciudad, con una ausencia de propuestas de integración y proyección juvenil,  no dejó otra salida para muchos jóvenes de los barrios más humildes que el delito y el narcotráfico, como posibilidad de subsistencia, pero también como lugar de reconocimiento, identidad y respeto, frente a un proyecto de ciudad que los niega e invisibiliza.
Si por acá pasa la punta del ovillo, y se encara con decisión política, más encaminados vamos a estar para empezar a dar respuestas a una sociedad que las espera y necesita, y, por supuesto, otras serán las declaraciones que escuchemos de los funcionarios responsables de la seguridad pública de la provincia.
 (*) Foro Rosario para Todos.