“Pensar la ciudad”, El Argentino (edición Rosario), 30-06-14.

Por Sebastián Artola
La prohibición de estacionar en el centro de nuestra ciudad, aprobada el pasado jueves en el Concejo Municipal, no hace más que favorecer el negocio de las cocheras privadas y los grandes establecimientos comerciales, al profundizar el vaciamiento de la actividad comercial en el centro.
Descomprimir el tránsito, empieza por un buen servicio de transporte público y un diseño distinto de recorrido por la ciudad, algo que el “socialismo” viene prometiendo hace casi 20 años, desde que Binner era intendente, y hasta hoy, ni noticias.
Por acá pasa la punta del ovillo. Sin un nuevo sistema de transporte público, y sin lugares gratuitos y públicos alternativos de estacionamiento, queda sólo en un negocio para pocos, y lejos estamos de una solución real al problema de un parque automotor que creció en los últimos diez años un 60 por ciento.
La ordenanza sancionada, a su vez, plantea que las cocheras céntricas tienen que tener una plaza mínima de 50 lugares, poniendo en riesgo 600 puestos de trabajo que generan las cocheras más chicas, favoreciendo la concentración del negocio en las más grandes y el broche final a manos de las cocheras subterráneas, a las que el municipio ya dio el visto bueno, y sabemos bien quiénes son los únicos que están en condiciones de semejante inversión.
La especulación inmobiliaria y los grandes negocios comerciales siguen marcando la agenda de prioridades de Mónica Fein y la actual gestión, en perjuicio del interés de la mayoría de nuestros vecinos y de la posibilidad de construir una Rosario más armónica e integrada.
 El centro es un claro ejemplo. Persianas bajas como resultado de contratos de alquileres cuya renovación llega al 100 por ciento de aumento, haciendo insostenible una inversión para muchos, e iniciativas del municipio que desplazan las compras diarias de los pequeños y medianos negocios a las grandes superficies comerciales, como shoppings o hipermercados.
El proyecto de “mega outlet” del grupo Di Santo, dueño de Micropack, es una señal en el mismo sentido. La iniciativa que ya tiene el visto bueno de la Municipalidad y espera ser aprobada en el Concejo, es resistida por los centros comerciales a cielo abierto de la zona, como Empalme Graneros y Echesortu.
El rol del Estado es incluir, armonizar intereses e igualar oportunidades en beneficio del bien común. Por el contrario, en nuestra ciudad, el Estado se presenta cada vez más capturado por los negocios de unos pocos y la especulación, en detrimento de dar respuestas a las necesidades de la mayoría de los ciudadanos.