Por Sebastián Artola
En
el acto por el Día de la Bandera la presidenta Cristina Fernández de Kirchner
sostuvo una definición que marca los desafíos de nuestro presente: “Antes que
mi gobierno está mi País, mi Nación y mi Patria, porque mis hijos y mis nietos,
sus hijos y sus nietos, no dependen de mi gobierno, dependen de que haya Patria
y Nación, con soberanía”.
No
lo dijo en cualquier contexto, días atrás la corte suprema de justicia norteamericana
había fallado a favor de los fondos buitres y del capital financiero, que tanto
daño hicieron a nuestro país.
El
mensaje dirigido a todo el pueblo argentino y, en especial, a la dirigencia
política, empresarial y sindical, marca lo decisivo del tiempo histórico en que
nos encontramos.
O
estamos a la altura y somos capaces de seguir construyendo un rumbo autónomo
como nación que defienda el interés del país y el bienestar de nuestro pueblo,
en un contexto de crisis internacional y reacomodo del poder mundial. O
volvemos al país para pocos, subordinado a los
dictados
de los organismos financieros
internacionales y los sectores más concentrados de la economía, con el
tendal ya conocido de desocupados, fábricas cerradas, persianas bajas y compatriotas
empobrecidos.
Esto
interpela a la Argentina toda. Porque si algo significaron estos once años de
conquistas sociales, ampliación de derechos, crecimiento con inclusión y
desarrollo integral, fue la enorme posibilidad de volver a poner de pie
ciudades y regiones, que el país para pocos de los ’90 había relegado,
olvidado, definido como “inviables” o convertido en la capital de la
desocupación.
El
cálculo mezquino o la especulación electoral suele perder de vista el interés
general, como mostraron las desafortunadas declaraciones de Binner a favor de
los fondos buitres y el juez norteamericano Grieza.
Por
eso, es fundamental que podamos aprehender como sociedad que así como no hay
individuo que pueda progresar en una comunidad que no se realiza, tampoco hay
ciudad o región del país que pueda salir adelante en un país que no sea soberano,
independiente y se desarrolle.
El
sálvase quien pueda, dejó en claro que los únicos salvados son siempre los
mismos.
Los
esfuerzos compartidos en materia de seguridad pública en nuestra ciudad, con la
presencia de las fuerzas federales, o la reactivación del tren Rosario-Buenos
Aires, marcan un avance en este sentido.
Queda
abierto, ahora, para todos el desafío de asumir que son tiempos para marchar
bajo una misma bandera, la Argentina, en defensa de nuestra soberanía y el
bienestar de nuestro pueblo, para sostener las conquistas logradas en estos
años e ir por lo que falta, porque ahí se encuentran las posibilidades de
progreso y desarrollo para nuestra ciudad, como para todas y cada una de las provincias
que hacen posible el país.
Este,
sin dudas, es el mejor homenaje que le podemos hacer a Manuel Belgrano.